He entrenado mi capacidad para advertir emociones en mí misma y en los demás de forma minuciosa y objetiva. Observo los detalles más puros y naturales de la realidad para poder plasmarlos en otros formatos más entendibles y accesibles para la sociedad. Hablo sobre inteligencia emocional y del manejo de lo que sentimos para aprender de nuestras actitudes y a la vez, reivindico la profesión de los psicólogos como los profesionales adecuados en el tratamiento de cualquier estado mental que nos perjudique.
Hay vías para sanear nuestra cabeza y nuestro corazón; la personal, te la ofrezco yo, la profesional, si la necesitas, te la recomiendo encarecidamente.
Creo firmemente en que cualquier persona puede aprender a ser más feliz de lo que, en realidad, es. Acceder a una vida más plena. Más satisfactoria y real. A ser más consciente de cómo eres y de cómo puedes ser. Con cabeza, pero sobre todo con el corazón. Siendo racional, sí, pero con lo que sientes. Poniendo palabras a las emociones.
A partir de este instante, voy a hablarte de mis vergüenzas, de anécdotas y ridículos estrepitosos, de sentimientos sin camuflar, de vida, de filosofía, de historias de amor, de dolor, de aciertos y desventuras, de vómitos poéticos y de emociones descritas en instantes convertidos en gramos. A través de las palabras, puedo hablarte de cómo definir todas aquellas emociones que nos hacen ser quienes somos. Eso es lo que hago. Utilizo las palabras para dejar que lo que siento de verdad salga a flote. Coqueteo con la prosa para que las emociones encuentren un camino de ida y uno de vuelta. Te ofrezco una terapia en vivo que jamás había sido escrita de esta manera, una lectura de mis emociones que te permitirá leer mejor las tuyas. Palabras que laten en cuánto llegan a ti.
Instantes y gramos es doloroso y terapéutico, liberador, un evocador de nuestros recuerdos más oscuros. Yo no predico inteligencia emocional poniendo ejemplos técnicos o exponiendo el perfil psicológico de otras personas; yo voy a contarte todo esto a través de la más pura e ingenua sinceridad. Voy a enseñarte a compartir tus emociones mostrándote la realidad de las mías. Con lo peor y lo mejor de mi historia. Desvelando el mayor de mis secretos. Arrepintiéndome todos los días de haber publicado este libro y orgullosa por haber logrado que llegue a tus manos. No sé ser de otra manera. Y supongo que tampoco quiero.
Agradezco tener la oportunidad de llegar a ti para hablarte de mi visión de la realidad. Practico la vida sincera. Hablo sobre lo que siento.
Todo lo que ves, verás, lees y leerás, es sencillamente, el sueño de toda una vida: crear un espacio en el que las personas y sus realidades son el centro.
Aquí nadie se equivoca y ninguno está en lo cierto.
Yo, la primera.
Lo único que quiero es creer en una sociedad más feliz.
Como periodista de sucesos, la experiencia habitual de escuchar y hablar con personas que sufren, que sienten, que ven morir a otras, escribir sobre personas que pierden la vida cada día de forma fortuita o a las que se la arrebatan de forma intencionada; me llevó a tratar la realidad de la forma más honesta y respetuosa posible, viviéndola tan intensamente como la describo.
La muerte no es lo único que le da sentido a la vida pero sí determina el tiempo que tienes para dárselo. Le da sentido a que quieras dárselo.
Plasmé todo este proyecto en un libro. Instantes y Gramos es el diario de una terapia en vivo que jamás había sido escrita de esta manera. Una lectura personal de mis emociones que mágicamente te permitirá leer mejor las tuyas.
Palabras que laten en cuánto llegan a ti.
‘Cómo sentir sin morir en el intento’ es doloroso y terapéutico, liberador, evocador de nuestros recuerdos más oscuros. Un viaje por la inteligencia emocional a través de mi propia experiencia personal en situaciones que aún son tabú en la sociedad: el maltrato físico y psicológico, la salud mental, el sexo, la inseguridad, el desamor, el dramatismo, la envidia, la frustración, el perfeccionismo, el victimismo, la rabia, el autoengaño, la motivación, etc.
Léeme y léete. Es automático. Te lo juro.
